Todo lo que quiero para Halloween eres tú.
Rodrigo Billie
Lerner, un hombre de 26 años que se gana la vida escribiendo desde el rincón más solitario de su casa, en esa época, para él, el Halloween en la época en la que él vivía, más que tradición, era diversión y dulces, los niños ansiaban que llegará esa fecha pues era una gran dotación de dulces para ellos, y disfrazarse para conseguirlos era cuestión de diversión, un día le nació una inquietud, una de esas que le martillaban el cerebro, no lograba entender cómo para la gente mayor, digamos la gente madura, para ellos ya no era Halloween, era una fecha que ya era rutinaria, como muchas de las fechas que se vivían.
Un día decidió salir a caminar, para escribir sobre lo que le inquietaba…
Por otro lado, estaba Natasha, una mujer de 24 años, que trabajaba en el negocio familiar, y de hecho todo era la familia, las fiestas, el dinero, la vivienda, todo, completamente todo lo tenía que hacer con la familia, pues así era la tradición, pero a decir verdad, ella ya necesitaba salir de esa burbuja, necesitaba salir de la rutina que la tradición le implantaba.
Lerner estaba recargado en una pared, viendo fijamente a un grupo de niños como se repartían unos dulces que en la escuela les habían regalado, su cara no transmitía más que nostalgia por algo que había perdido. Natasha se dirigía a la casa de sus tíos para pasar el resto del día con ellos, mientras caminaba por los lares donde se encontraba Lerner, Natasha se pudo percatar de las emociones que él transmitía con sus expresiones faciales, a ella no se le ocurrió otra cosa más que meter su mano en el bolsillo y regalarle la paleta que tenía guardada para horas después, se acercó a él, se la dio, le sonrió y se fue, Lerner se quedó estupefacto, no se le ocurrió nada que decir, ni hacer, sólo se quedó observando como Natasha se perdía de su perspectiva.
Ya en casa Lerner, empezó a escribir, hojas y más hojas de ella, sólo por unos 10 segundos de interacción, le fue suficiente para escribir tanto hasta que sus manos no sintieran más.
Él decidió resumir todo en una hoja, y pegarla por todos los arboles, postes y demás que se le ocurriera, en la cuadra donde fue el primer encuentro, la hoja decía algo así:
“Es Halloween una fecha que se ha vuelto parte de nuestra rutina de festividades, pero aun así, todos tienen sus motivos por las cuales ponerse felices o tristes por la fecha, para mi, no era más que una fecha sin significado, no había nada que me hiciera sonreír ni llorar.
Hoy ya es Halloween y por fin lo siento, pero no siento la fecha, te siento a ti, pues tú fuiste la mujer que despertó la pasión por emociones más grandes, tú me diste la sonrisa que me quito la inquietud por saber que era esta fecha para los demás, y sigo sin saberlo, pero ahora sé lo que es para mí, y hoy deseo y hoy grito al viento que Todo lo que Quiero para Este Halloween Eres Tú.”
Ese día, Lerner se fue a parar con una bolsa llena de dulces en la misma pared donde conoció a Natasha, y cada niño que pasaba el les daba su paleta y una gran sonrisa pues comprendió que eso era lo que movía a los niños en Halloween, esperó hasta el anochecer, quedaba una paleta en la bolsa, y no veía para cuando podría pasar ella. Dado por vencido Lerner empezó a quitar cada hoja que había pegado, y fue en la última, cuando una mano se estiró para evitar que la quitara, era ella, Natasha, de nuevo con una sonrisa y con una hoja en la mano, la primer hoja que Lerner había pegado, Lerner sacó la paleta de su bolsa, se la dio y le sonrió, Natasha la tomó, la abrió, la metió a su boca y delicadamente con sus dientes la partió en dos, la otra parte se la dio a él.
Los dos pasaron el resto de la noche sentados en la banqueta disfrutando de la misma paleta, y al final, los dos recibieron ese Halloween que habían estado esperando.
Fin.